Año 1990. El metal pasaba a ser una moda más que desaparecería como cualquier otro movimiento adolescente. Los grupos de Glam Metal se daban cuenta que casi nos les quedaba dinero (dólares que ganaban, dólares que se los gastaban en una noche de alcohol, sexo, drogas y más alcohol). La plata se les fue junto a la creatividad y las radios y televisoras estaban hartos de su música cliché y sus estados de divas. El thrash metal, aunque estaba en una mejor posición, se empezaba a saturar por la cantidad de grupos que venían de todas partes y que cada vez se iban alejando de ser una escena “underground” para convertirse en la representación del género ante las grandes masas, o en otras palabras, se estaban comercializando abiertamente. Tal vez este giro inesperado fuese para salvar el género de su probable extinción, y eso puede ser la razón que para esos años se emitieron los últimos grandes discos del Thrash Metal, como el “Rust in Peace” de Megadeth o e “Souls of Black” de Testament.
Para nadie es secreto que, aparte de la saturación y la falta de creatividad, fue el surgimiento de estilos musicales frescos y con el espíritu que parecía haber perdido el metal mientras saboreaban la miel del Glamour. El rock alternativo, el hardcore (el verdadero hardcore) y sobre todo el Grunge, eran los géneros que enterraban cada vez más a un Metal que no tenía otros argumentos que sus épocas doradas y sin ningún otro nuevo representante. Es ahí cuando el Metal debía mirar por sus lados más oscuros. Aquellas vergüenzas y metidas de pata que en su momento solo sirvieron para mofarse de aquellos músicos experimentales que decidieron salir de el sonido rígido y lineal que el metal permitía. Es cierto que para inicios de los 90´s se empezó a crear subgéneros como el Death Metal o el Black metal, que se resistían de dejar la rudeza del antiguo movimiento británico o el Thrash más agresivo y apostaron por darle más rudeza, crudeza y agresividad al moribundo true metal. Pero no estaban ni cerca de capturar a todos esos fans que el metal tuvo en la década de los 80´s Recordaron el inexplicable éxito que había tenido la versión del clásico “Walk This Way” que Aerosmith había hecho junto a los raperos de RUN DMC. Un tema odiado por cualquier rockero en dicho tiempo. Empezaron a aceptar que bandas como los Beastie Boys o Faith no More no eran solo hip hop y llevaban un sonido rudo y pesado, como ellos.
Las bandas empezaban a ver el futuro pero no tenían los pantalones para lanzarse a la piscina, hasta que llegó una que dijo: “A tomar por culo”. Fue así que en 1992 se lanza el disco “Rage Against the Machine” de la banda del mismo nombre, en donde la gente no entendía que diablos tocaban, pero algo era cierto, esas rimas te hacían mover la cabeza, esos riff te hacían levantar el puño y esas guitarras desafinadas te hacían lanzarte de nuevo, después de años, a un pogo, a un pit mosh con tanta fuerza y tanta pasión que no se sentía desde las épocas más devastadoras del metal.
El mensaje era claro: “Esto funciona”. Pero ¿cómo hacer para lanzarse a hacerlo sin parecer un maldito vendido? Pero era claro que gradualmente esto se iba a generalizar. Año 1994. La imaginación en el Thrash metal había acabado, al punto de escuchar a cualquier banda y tema, exactamente igual. Pero las bandas no querían desaparecer. ¿qué hacer? pues, lo que hace cualquier especie para no desaparecer: EVOLUCIONAR. Ojo, no toda evolución de banda la aplaudo, algunas son lamentables, pero no condeno a quienes lo hicieron. Metallica fue un grupo distinto por toda la década de los 90’s, Kreator oscureció su música influenciándose de movimientos menos explorados, vamos que hasta Testamet hizo una balada. Uno de ellos debía tomar este nuevo movimiento, y ese fue Anthrax, creando la primera canción en unir el Hip Hop con el Thrash metal junto a Public Enemy: “Bring the Noise”, cover de la canción del mismo nombre de la banda de Hip Hop, Public enemy. RATM creó una tendencia, pero no decía abiertamente que eran parte metal, sin embargo, Anthrax sí lo hacía.
Ellos estaban orgullosos de lo que crearon, y les funcionó. Aquel género tan alejado, tanto que se veía impensable e imposible, siquiera compararlo con el metal, se volvió parte de ello. El metal uso al hip hop para no desaparecer de la vista del público, y el Hip Hop usó al metal para evolucionar a algo que su gente no lo pensaría, ganando adeptos cada estilo musical, viendo en un concierto de Anthrax a tipos con buzos deportivos y gorros al revés. Este movimiento era transitorio, esperando a que se magnificara su primo lejano, el Groove Metal, que partiría con un irreconocible Sepultura y luego con un renacido Pantera, para crear lo que se conocería hasta nuestros tiempos al estilo que le plantaría lucha a cualquier música que ose apoderarse de la rebelde juventud de los 90´s, pero a la vez, la pesadilla del metalero más ortodoxo: El Nü Metal. Pero esa es otra historia.
Para nadie es secreto que, aparte de la saturación y la falta de creatividad, fue el surgimiento de estilos musicales frescos y con el espíritu que parecía haber perdido el metal mientras saboreaban la miel del Glamour. El rock alternativo, el hardcore (el verdadero hardcore) y sobre todo el Grunge, eran los géneros que enterraban cada vez más a un Metal que no tenía otros argumentos que sus épocas doradas y sin ningún otro nuevo representante. Es ahí cuando el Metal debía mirar por sus lados más oscuros. Aquellas vergüenzas y metidas de pata que en su momento solo sirvieron para mofarse de aquellos músicos experimentales que decidieron salir de el sonido rígido y lineal que el metal permitía. Es cierto que para inicios de los 90´s se empezó a crear subgéneros como el Death Metal o el Black metal, que se resistían de dejar la rudeza del antiguo movimiento británico o el Thrash más agresivo y apostaron por darle más rudeza, crudeza y agresividad al moribundo true metal. Pero no estaban ni cerca de capturar a todos esos fans que el metal tuvo en la década de los 80´s Recordaron el inexplicable éxito que había tenido la versión del clásico “Walk This Way” que Aerosmith había hecho junto a los raperos de RUN DMC. Un tema odiado por cualquier rockero en dicho tiempo. Empezaron a aceptar que bandas como los Beastie Boys o Faith no More no eran solo hip hop y llevaban un sonido rudo y pesado, como ellos.
Las bandas empezaban a ver el futuro pero no tenían los pantalones para lanzarse a la piscina, hasta que llegó una que dijo: “A tomar por culo”. Fue así que en 1992 se lanza el disco “Rage Against the Machine” de la banda del mismo nombre, en donde la gente no entendía que diablos tocaban, pero algo era cierto, esas rimas te hacían mover la cabeza, esos riff te hacían levantar el puño y esas guitarras desafinadas te hacían lanzarte de nuevo, después de años, a un pogo, a un pit mosh con tanta fuerza y tanta pasión que no se sentía desde las épocas más devastadoras del metal.
El mensaje era claro: “Esto funciona”. Pero ¿cómo hacer para lanzarse a hacerlo sin parecer un maldito vendido? Pero era claro que gradualmente esto se iba a generalizar. Año 1994. La imaginación en el Thrash metal había acabado, al punto de escuchar a cualquier banda y tema, exactamente igual. Pero las bandas no querían desaparecer. ¿qué hacer? pues, lo que hace cualquier especie para no desaparecer: EVOLUCIONAR. Ojo, no toda evolución de banda la aplaudo, algunas son lamentables, pero no condeno a quienes lo hicieron. Metallica fue un grupo distinto por toda la década de los 90’s, Kreator oscureció su música influenciándose de movimientos menos explorados, vamos que hasta Testamet hizo una balada. Uno de ellos debía tomar este nuevo movimiento, y ese fue Anthrax, creando la primera canción en unir el Hip Hop con el Thrash metal junto a Public Enemy: “Bring the Noise”, cover de la canción del mismo nombre de la banda de Hip Hop, Public enemy. RATM creó una tendencia, pero no decía abiertamente que eran parte metal, sin embargo, Anthrax sí lo hacía.
Ellos estaban orgullosos de lo que crearon, y les funcionó. Aquel género tan alejado, tanto que se veía impensable e imposible, siquiera compararlo con el metal, se volvió parte de ello. El metal uso al hip hop para no desaparecer de la vista del público, y el Hip Hop usó al metal para evolucionar a algo que su gente no lo pensaría, ganando adeptos cada estilo musical, viendo en un concierto de Anthrax a tipos con buzos deportivos y gorros al revés. Este movimiento era transitorio, esperando a que se magnificara su primo lejano, el Groove Metal, que partiría con un irreconocible Sepultura y luego con un renacido Pantera, para crear lo que se conocería hasta nuestros tiempos al estilo que le plantaría lucha a cualquier música que ose apoderarse de la rebelde juventud de los 90´s, pero a la vez, la pesadilla del metalero más ortodoxo: El Nü Metal. Pero esa es otra historia.
Fuente: ElClubDelRock
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